lunes, 2 de abril de 2012

El síndrome Winslet

Cuando se vuelve de un viaje, te puede brotar el síndrome Kate Winslet en Revolucionary Road, la película de Sam Mendes.Es decir, la fantasía del cambio: otro país, otra lengua... Volví de Sicilia hace diez días, Sicilia es una extraña y perfecta mezcla:  barroco a lo bestia y una naturaleza no demasiado domesticada (¡y también buena comida!). Podría haber sido un buen destino para el personaje de Winslet, en vez del glamuroso París. Ella quiere cruzar el Altántico, escapar del sueño americano que la ha enclaustrado en un bonito barrio de las afueras, con un marido y dos niñas (¿o era solamente una?). Los que han visto la peli y también leído el libro, dicen que el enfoque sobre la protagonista es radicalmente diferente. Parece ser que el imaginario romántico de la película (cambiar de vida, volver a los lugares donde fuimos felices) no se aviene para nada con el espíritu crítico de la novela, en la que ella, no sólo no es una heroína contra las convenciones burguesas, sino que está directamente desequilibrada. Hace poco leí en el último libro de Elvira Lindo muy señalada esta diferencia de enfoque, y en cierta forma la autora termina culpando a la película de haber inoculado como un virus y vanamente, la ilusión de cambiar de país (y de vida) a un montón de gente ingenua y desinformada. La escritora cuenta de un lector español que le indaga sobre las posibilidades de vivir en New York, porque en su tierra (Andalucía) se estrechan las oportunidades para salir adelante. Lindo le hace desistir de su viaje, con argumentos ciertamente realistas (desastrosa escuela pública, precios de los alquileres, etc.) pero hay algo demasiado severo en la respuesta de la escritora a este lector: los pragmáticos argumentos de Lindo hacen pensar que debemos liquidar esos impulsos inmaduros, alimentados por los imaginarios románticos y desproporcionados de las películas americanas. Y yo pienso que es verdad que el cine lo embellece todo, pero nos permite, al mismo tiempo, dar alas a esos impulsos, como un aliento abstracto, leve, no necesariamente dañino. Me acuerdo ahora de otra película, más antigua, Viaja a Italia (en español se tradujo Te querré siempre, no se si en Argentina se tradujo igual ya que ambos países compiten por las traducciones más cursis de los títulos de películas), en la que un matrimonio a punto de desmoronarse, terminan recuperándose el uno al otro, justo en el último plano, estancados por culpa del caótico tráfico napolitano.
Sí, los viajes tienen algo catártico, no hay duda, aún cuando no lleguen a los extremos del síndrome Winslet, y el cine da, y seguirá dando, miles de imágenes, terribles, bellas, reparadoras, para justificar esa catarsis del viaje.

4 comentarios:

  1. La verdad es que un viaje siempre te mueve el piso, sobre todo si te vas para un tiempo prolongado. Te quita todas las respuestas automáticas para la rutina y te obliga a ser tu, el tu que seas en ese momento.

    ResponderEliminar
  2. El mismo día que publicaste esto le llevé a la peti el libro para que te llegue, hablando del asunto, de la crónica del viaje.No tengo muy claro qué se mueve cuando uno viaja, aunque siempre depende de cada uno y del contexto, pero el extrañamiento siempre nos permite ser otros, o mirarnos un poco desde afuera. No ví ninguna de las pelis, aunque puedo recordar otras, pero me gustaría "leer" la peli de tu viaje.

    ResponderEliminar
  3. Los viajes siempre movilizan, sea cual sea el objetivo que uno busca y el momento en que uno lo hace. Pero el solo hecho de correrse de lugar, te permite tener otra mirada para las cosas, aún (o mejor dicho Más aún y Sobre Todo) sobre lo cotidiano. Lo mejor es cuando uno va sin mucha expectativa porque seguramente muchas cosas sorprenderán, llamarán la atención, emocionarán, etc. Pero alejarse por un tiempo (por más breve) de la realidad de todos los días, te permite ver hacia adentro y hacia afuera de uno mismo, de manera diferente. Con respecto a la peli de la Kate la vi hace muy poco a propósito del blog. No leí la novela, pero la peli creo que apunta a destacar una época (años 50) en que la meta de la mujer pasaba solamente por la trivialidad del hogar (criar hijos, servir al esposo, etc) y el personaje femenino intenta rebelarse contra ello pero para eso necesita la complicidad de su marido. Es decir no le da el cuero para hacerlo sola (un poco difícil para esa época). El final me parece demasiado trágico... como si inevitablemente rebelarse contra algo costara tan caro...Viajar es hermoso...

    ResponderEliminar
  4. Gracias Nico, Ale, Sole, es curioso como siempre vemos el viaje como algo que nos "mueve", literal y mentalmente, y como este tema del viaje mental, se prolonga involuntariamente en el post sobre los visitantes, crónicas de viajes: una prueba de que si viajar/ partir es morir un poco como dice el tópico, escribir sería un poco lo contrario, que no se muy que es.

    ResponderEliminar